martes, 28 de noviembre de 2006

Autonomía, Reforma Política y Comunas

Dip. Verónica Gomez
Pte. Bloque Socialista
Legislatura CABA

Con la reforma de la Constitución Nacional de 1994 y lo establecido por su artículo 129, la Ciudad de Buenos Aires asistió a su tercera refundación. No era posible que el segundo distrito económico del país, con el peso histórico que la Ciudad tuvo y tiene en la vida nacional, continuara siendo una dependencia política del Presidente de la Nación.
Sin embargo, y pese a que la Constituyente Nacional fue clara al establecer que el Congreso Federal, solo podía limitar la autonomía de la Ciudad, en la medida que ello fuera necesario, para “garantizar los intereses del Estado Nacional mientras la Ciudad de Buenos Aires sea Capital de la Nación”, la ley 24.588 (Cafiero) mutiló la autonomía porteña, en una típica muestra del exceso con que se ejerce el poder político en nuestro país.
Esta claro que no decimos nada nuevo cuando afirmamos que la ley Cafiero se extralimita en el mandato Constitucional, restringiendo y vulnerando la autonomía que le otorga a nuestra Ciudad la Constitución Nacional. Y tampoco es novedad que los constituyentes de la Ciudad otorgaron, a través del art. 6º, un mandato expreso, permanente e irrenunciable para que las autoridades constituidas agoten las instancias políticas y judiciales tendientes a preservar la autonomía y cuestionar cualquier limite a la misma ya vigente o que se intente en el futuro.
Esa tarea, esa lucha, es la que desde distintas ópticas y sectores se viene realizando desde hace 10 años. Sin embargo y pese a que se ha avanzado mucho en la puesta en funcionamiento de las instituciones de gobierno previstas en la Constitución Porteña, todavía no se ha logrado hasta la fecha recuperar la autonomía retaceada y menoscabada por la ley Cafiero.
Pero esta situación, conocida y denunciada por casi todos, no puede ocultar nuestras propias fallas. Nos quejamos del Estado Nacional porque limita nuestra autonomía pero no la ejercemos plenamente en aquellas áreas donde la Nación resolvió no interferir.
Me refiero específicamente a la descentralización política de la Ciudad, como reforma política seria y profunda para la vida institucional porteña.
Efectivamente, en una de las áreas donde podríamos haber avanzado mucho mas rápido y profundo, como es la descentralización y la puesta en marcha de las Comunas en la Ciudad, los sucesivos gobiernos que nos dimos los porteños reprodujeron la lógica de retacear la autonomía, concentrar el poder y organizar conferencias sobre la importancia de descentralizar las decisiones políticas.
Resulta evidente que en Argentina y en nuestra Ciudad muy particularmente, existe desde hace ya largos años, una profunda insatisfacción respecto a las formas y los mecanismos de representación política. Frente a este malestar generalizado se viene hablando reiteradamente de la necesidad de llevar adelante una reforma política. Ésta es permanentemente invocada por medios periodísticos, reclamada por sectores de la sociedad civil y reconocida como una cuenta pendiente por todos los actores políticos.
En ese sentido, creo que no es posible continuar hablando de este tema sin antes cuestionarnos de qué estamos hablando cuando hablamos de reforma política.
Es impostergable precisar en primer lugar para qué se pretende una reforma política para, a partir de ello, avanzar hacia los mecanismos institucionales que podrían tender hacia los objetivos propuestos.
Podríamos enunciar 4 grandes ejes u objetivos de la reforma política:
1. La necesidad de sostener un sistema de representación amplio, que haga posible la expresión de las minorías y garantice el control de la acción de las mayorías.
2. En una democracia las decisiones son legítimas en la medida en que quienes serán objeto de ellas hayan tomado parte en su elaboración. Por tanto son necesarios mecanismos que acerquen e involucren a la ciudadanía en la toma de decisiones, incentivando su participación cívica y política.
3. La garantía de una democracia pluralista se obtiene a partir de una concepción amplia de la libertad de expresión, que implique la promoción del más amplio debate público.
4. El principio de igualdad política debe ser sostenido con un criterio amplio, para lo cual debe garantizarse la representación democrática e igualitaria de todos los ciudadanos.
De este breve enunciado surge claramente que la descentralización política y la creación de las Comunas, constituyen la primera y verdadera reforma política que se esta llevando adelante en nuestro país. Reforma que supera la cosmética de los sistemas electorales y que avanza un escalón más en la construcción de la democracia participativa que consagra la Constitución Porteña.
Digo esto con convicción porque mi Partido recorrió el camino de la autonomía y la descentralización desde una posición privilegiada. En 1994 el socialismo porteño participo con varios constituyentes en la convención reformadora de Santa Fe; en 1996 ocurrió lo mismo en la estatuyente porteña; entre 2004 y 2005, desde la Presidencia de la Comisión de Descentralización de la Legislatura, el Bloque Socialista impulsó y desarrolló un proceso participativo de discusión de la Ley de Comunas que terminó con su sanción luego de largos años de mora Constitucional y fracasos previos en los intentos por sancionarla; y actualmente, luego de la convocatoria institucional que nos hiciera el Jefe de Gobierno Jorge Telerman, el Partido Socialista de la Ciudad, en la figura de su presidente Roy Cortina, se encuentra trabajando desde el Ministerio de Gestión Pública y Descentralización, para poner en marcha las Comunas durante el año 2007.
Esta perspectiva y este presente me permiten hoy ser optimista, sin dejar de reconocer todas las dificultades que aún debemos sortear, respecto de nuestro futuro como Ciudad. Existe hoy una voluntad política de descentralizar y establecer más y mejores canales institucionales de participación ciudadana, a esa tarea debemos convocarnos todos.

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